La realización de una cirugía plástica no solo se relaciona con el alcance de resultados altamente satisfactorios en el modelamiento corporal de los pacientes que acuden al quirófano con el propósito de mejorar su figura y vivir una transformación plena en su cuerpo; adicionalmente el éxito de una intervención en cirugía plástica depende principalmente del recobro pleno de los tejidos intervenidos por medio de una completa terapia postoperatoria cuyo propósito se basa en la mejora progresiva de la salud del paciente.
El drenaje linfático es sin duda alguna la técnica de recuperación postoperatorio más importante, destinada a la movilización del sistema linfático superficial. Su acción terapéutica se ve reflejada en la eliminación de edemas y alteraciones relacionadas con la circulación de la sangre, mejorando la irrigación de los tejidos intervenidos acelerando su cicatrización. El sistema linfático es responsable de transportar las sustancias de desecho en la sangre hasta los órganos encargados de su eliminación, los cuales se encargarán de filtrarla y oxigenarla para ser llevada de regreso al organismo.
En cirugía plástica reconocemos dos modalidades de drenaje linfático que en conjunto reflejan una mejora postoperatoria significativa de las áreas intervenidas: por un lado el drenaje manual ejercido por un especialista que se basa en la aplicación de suaves y precisos movimientos de mano sobre las regiones del cuerpo a tratar y por otro lado el drenaje asistido que requiere la aplicación de aparatología especializada para el recobro funcional del cuerpo.
En algunas ocasiones recomiendo la alternancia de ambas modalidades con el propósito de alcanzar una recuperación acelerada del organismo, derivado de la mejora en la eliminación de sustancias de desecho y toxinas para fortalecer el sistema inmune y prevenir la aparición de complicaciones postoperatorias. Casi siempre suelen emplearse una combinación de técnicas especializadas con el propósito de garantizar un recobro postoperatorio completo, siendo el drenaje manual la alternativa por excelencia que asegura resultados incomparables en la recuperación de los tejidos intervenidos quirúrgicamente.
Conozco algunos cirujanos que por desgracia no consideran necesario remitir a sus pacientes a terapia postoperatoria, desencadenando una recuperación más lenta y un riesgo muy alto de desarrollar casos de fibrosis y pigmentaciones residuales. A la hora de programar un drenaje linfático, recomiendo acudir a profesionales plenamente capacitados en tratamientos postoperatorios que dispongan de una larga trayectoria en este campo, con el propósito de garantizar resultados satisfactorios que aceleren el recobro del paciente y eviten la aparición de complicaciones relacionadas con una rehabilitación inapropiada.
Para saber si el drenaje linfático es efectivo, debemos atender a dos señales orgánicas en particular: la primera se relaciona con la reducción de los hematomas, haciéndose visible luego de la tercera o cuarta sesión de masajes y la segunda tiene que ver con la reducción de la inflamación, siendo indicadores inequívocos de la efectividad en la técnica empleada por el especialista, garantizando el adecuado funcionamiento del sistema linfático.
Por otro lado y con la intención de explorar algunas de las alternativas terapéuticas en recobro postoperatorio más comunes además de los drenajes linfáticos encontramos:
– Ultrasonido: Las ondas de ultrasonido ejercen un efecto rehabilitador en la piel dado que reducen considerablemente la inflamación postoperatoria. Esta frecuencia de onda induce la vasodilatación de los tejidos mejorando el metabolismo celular, restableciendo la microcirculación sanguínea y favoreciendo la realización de los drenajes linfáticos programados por el especialista.
– Indiba: Este moderno dispositivo se basa en la administración de ondas de radiofrecuencia con el propósito de generar un efecto de diatermia localizada gracias a la inducción de una corriente de alta frecuencia que provoca un aumento en la temperatura desde el interior de las células en las zonas intervenidas. Este efecto provoca un incremento considerable en la síntesis de colágeno y elastina, incentivando la regeneración de la piel.
– Regeneroterapia: Este mecanismo aprovecha las ventajas de la radiofrecuencia en la regeneración celular postoperatoria, reduciendo notablemente la inflamación de los tejidos intervenidos. Por sus propiedades cicatrizantes, este dispositivo estimula la vascularización del cuerpo al punto de complementar el recobro de las áreas intervenidas en cirugía.
– Luz roja: Las ventajas de la luz LED se traducen en un aumento en la formación de colágeno y elastina al estimular los fibroblastos presentes en los tejidos subcutáneos. Un tratamiento altamente efectivo que no desencadena ningún efecto secundario y contribuye en la mejora de la inflamación localizada.
– Carboxiterapia: Este procedimiento es recomendable como complemento ideal para el tratamiento postoperatorio tras una liposucción, especialmente cuando se presentan casos de fibrosis en la piel. Por medio de una serie de inyecciones localizadas de gas carbónico, estimulamos la circulación celular favoreciendo la oxigenación de los tejidos y la formación de nuevas fibras de colágeno.
– Radiofrecuencia: La radiación electromagnética desencadena el calentamiento de las capas de la piel, factor fundamental en la formación de tejidos cicatrizales. Suele emplearse a partir del día 20 de postoperatorio una vez los tejidos han recobrado su vascularización natural.
Como recomendación personal, sugiero a mis pacientes que eviten recurrir a dispositivos que provoquen la tracción de la piel una vez han sido sometidos a una liposucción, como por ejemplo el Vellashape y el Endermologie orientados principalmente a generar un efecto de retracción en la piel.
Como medida adicional, recomiendo a mis pacientes complementar estas técnicas con una rigurosa alimentación rica de frutas, verduras y carnes, incentivando la cicatrización de los tejidos intervenidos y la desintoxicación progresiva del organismo. Las prendas de compresión ajustable deben usarse en todo momento, estimulando la contracción de la piel hasta adaptarse por completo a los nuevos contornos de tu figura. Entre la segunda y tercera semana es indispensable empezar a hacer estiramientos dirigidos por tu terapista de las zonas tratadas para que el cuerpo se adapte con mayor rapidez a los cambios derivados de la intervención quirúrgica.
Las rutinas de ejercicio deben simplificarse al máximo durante las dos primeras semanas posteriores a la intervención, recomiendo una caminata diaria de baja intensidad física para estimular la circulación de la sangre y mantener oxigenado el organismo. Los controles postoperatorios son fundamentales para reorientar la recuperación y determinar si se requiere alguna ampliación en la terapia linfática hasta alcanzar el recobro deseado.
Recuerda compartir con tu cirujano cualquier inquietud en relación al protocolo postoperatorio implementado, siguiendo al pie de la letra las recomendaciones especiales relacionadas con la terapia linfática y el cumplimiento estricto de la prescripción farmacológica con el propósito de garantizar un recobro orgánico pleno posterior a la cirugía.